La vida en el campo no transcurre como en la ciudad.
La jornada pasa lentamente, y el jefe del pastor es el rebaño, el que marca los tiempos. Parece una labor tranquila, justo lo que necesitariamos para evadirnos del bullicio de las ciudades, pero los inviernos son duros, y los veranos no se quedan cortos. Este jefe que no da órdenes verbales, te reclama los siete días de la semana. No entiende de festivos ni de malestar. El rebaño es un jefe duro, necesita al pastor tanto como el ser vivo necesita alimentarse.
Nino, a sus sesenta y tres años, sigue cumpliendo la labor de pastor, con sus mil doscientas ovejas, a las que saca a pastar dos veces al día. Su rostro, el tono de su piel y sus arrugas nos cuentan como ha sido su vida laboral desde que tenía nueve años.
Cada junio, Nino esquila a sus ovejas. Es un proceso que sirve para liberar a los animales del sofocante calor que abrasa los campos en verano. Las encierra en el establo y con su maña consigue esquilar a todo el rebaño, tardando un par de minutos por cada oveja, que desprende entre dos y cinco kg de lana.
La lana al final es reciclada para el sector textil, pues es una manera de abastecernos de la propia naturaleza de una manera que tanto el animal como el humano nos beneficiamos. Este material es muy resistente y abrigado. Una vez más, ponemos en valor lo que la naturaleza nos ofrece.